Carlos Alcántara vuelve con una tercera entrega de la taquillera saga “¡Asu Mare!” en la que continúa narrando parte de su vida, esta vez enfocándose en su etapa previa a convertirse en padre. El famoso Cachín hará un viaje a Miami que cambiará su vida por completo. ¿Será esta película la cereza del pastel? ¿Logrará cerrar un ciclo importante no solo para Carlos sino para el cine peruano? Acompáñame a responder esta y otras preguntas.
Seguro te preguntarás porqué el subtítulo de este review es Enchufe TV: La Película y la respuesta es muy sencilla: la primera media hora es un cúmulo de sketches que podrías ver en el famoso canal de Youtube.
Literalmente, si separas todo esos, podrías tener videos para varias semanas. Esto no aporta en la narrativa. Es más, la emprobrece y revela las falencias del director que utiliza su único recurso y lo explota sin parar, sin darle un descanso al espectador y aunque pueden causar risas – no negaré que me reí – no ayudan a que el producto tenga una coherencia narrativa.
Como sketches por separado hacen bien su trabajo, pero si buscas que este sea el hilo conductor de tu historia entonces debes replantearte como debes usarlos. Lo que ha conseguido aquí es que esta narrativa tenga ritmos muy diferenciados, yendo de acelerados a más calmados y en esa oposición no encuentra una identidad ya que podemos diferenciar dos momentos diferentes en este filme: la primera media hora y el resto.
Menos mal que que este bombardeo desenfrenado de bromas terminan desapareciendo (aunque no por completo) durante el desarrollo de la historia para dar marcha a una narrativa que se asemeja más al de un largometraje.
Hablemos ahora de cómo son estas escenas cómicas que plantea Ulloa. Enchufe TV se carateriza por reforzar el chiste hablado con elementos visuales, sonoros e incluso literales en el sentido que sucede lo que dice el personaje para así potenciar la broma y conseguir un mejor resultado en el espectador. Vemos movimientos rápidos de cámara para cambiar de personajes, sonidos que refuerzan el chiste y cuyo volumen es elevado.
Este estilo lo podemos ver por ejemplo en Edgar Wright, director de Shawn of the Dead. Pero lo que hace Wright es usar esto sin exponerlo demasiado, lo mide y da al espectador tiempo suficiente para descansar entre broma y broma sin llegar a saturarlo. Ulloa, en cambio, nos envía una cantidad grande de escenas cómicas que, aunque pueden ser graciosas, no aportan algo a la película para su desarrollo.
Vamos a enfocarnos en dos de estas escenas que funcionan muy bien en el trailer, pero que unido todo se sienten forzadas. Por ejemplo, en la escena en la que pasan el sensor de metales en el aeropuerto, Cachín hace un pitido para que el personaje de Andrés Salas se desvista. Esto lo repite e incluso llega a mirar a la cámara para romper la cuarta pared y jugar con el espectador. En el trailer funciona muy bien, pero se siente forzado en la película.
Otro ejemplo es cuando Cachín va a hablar con su suegro y este le dice que se le ve preocupado y es porque Cachín tiene un letrero pegado que dice “preocupado”. Aquí el movimiento de cámara del suegro hacia Cachín es rápido y Cachín se quita rápidamente el cartel de preocupado que tenía pegado en el polo. Esta acción se refuerza con el volumen elevado del sonido al quitarse el cartel y por último, se refuerza más el chiste con la rápidez de Cachín para quitarse el letrero.
Este tipo de cosas podrían haber funcionado en la película si hubieran tenido más consistencia en el tipo de humor que quiere realizar. Y es en esta parte de la película, antes del viaje a Miami, en la que se siente más el toque de Ulloa que el de los otros dos guionistas. Faltó un trabajo en armonía para poder balancear mejor los diferentes estilos y conseguir un mejor resultado.
Tondero quizo hacer un lavado de cara a la franquicia Asu Mare apostando por Jorge Ulloa que dista mucho del estilo de Ricardo Maldonado, director de las dos primeras entregas. Sin embargo, la inexperiencia de Ulloa en represtanciones largas les ha jugado una mala pasado. No basta con que el producto final de risa, sino que debe ser coherente con lo que busca comunicar. Y es en esta incoherencia que la película se pierde tratando de encontrar un estilo propio.
Aquí llega la primera gran crítica: Un largometraje no es un cúmulo de sketches. Puedes ponerlos para servir a la historia, pero hay que saber cómo administrarlos. Jorge Ulloa utiliza lo que mejor sabe hacer en Enchufe TV. No obstante, esto a la vez muestra sus falencias para contar una historia más larga. Más adelante, estos matices de Jorge Ulloa aparecen pero siendo más sutiles, sirviendo más a la historia en vez que estos se sirvan de ella.
Aquí es donde encontramos otro punto importante: El guión. Son tres los guionistas responsables, siendo uno de ellos el director y en las que claramente ha querido plasmar su estilo. Que no está mal que lo haga, dicho sea de paso, pero los otros dos guionistas debieron compensar esto para darle una verdadera identidad al filme sin que haya matices tan diferentes.
Está claro que Ulloa hizo y deshizo lo que quiso en la primera parte en la que si separamos cada segmento cómico podríamos tener varios videos para subir al canal de Enchufe TV. Menos mal esto se desvanece más adelante y se va mezclando el toque de los otros dos guionistas con el de Ulloa. Desde entonces podemos observar un mejor uso de la comedia que nos permite reír y también nos da tiempo para asimilar el siguiente chiste.
Es muy probable que Ulloa se encontrará con el guión de la película ya terminado y agregara las escenas estilo Enchufe TV sin medir qué tanto afectaría el resultado del trabajo. Esto se debe también a su falta de experiencia en producciones largas. Él sabe manejar muy bien los tiempos en cortometrajes. Sin embargo, en esta su segunda película, vemos cómo le cuesta separarse de eso y entender que el lenguaje de un filme es diferente.
Dejando esto atrás, el estilo audiovisual de la película cuenta con buena fotografía y con movimiento de cámaras que podemos reconocer del trabajo de Ulloa que en este caso sí están bien empleados para los chistes que quiere contar. Se nota también la influencia que tiene de Edgar Wright. Quiero dejar claro que esto no tiene nada que ver con que el conjunto de cosas no sirva para un todo al final porque la ejecución de estos están bien logradas.
En comparación a las anteriores entregas, a mi gusto Ricardo Maldonado tuvo un mejor trabajo de planos que Ulloa. Esto no quiere decir que Ulloa lo haya hecho mal; pero tiene mucho por delante y seguramente evolucionará en su narrativa audiovisual.
Sobre las actuaciones hay que resaltar la de Melania Urbina y la de Ana Cecilia Natteri. Ellas dos son lo mejor en este aspecto, sobre todo la segunda que en cada participación que tiene nos regala una actuación que levanta el largometraje. Ya sea en una parte en la que insulte o esté seria, Ana Cecilia Natteri es lo mejor de la película en cuanto a actores. Su personaje se ha ganado su espacio no solo en esta trilogía, sino en parte de la historia del cine peruano. Lástima que en esta película no tenga tantas escenas.
Seguida a ella está Melania Urbina que cumple un muy buen papel de una chica de barrio de Lima. Tiene un buen desenvolvimiento frente a cámaras y su transición de humor a seriedad se siente natural.
Por otro lado, Carlos Alcántara sigue demostrando que es un muy buen actor cómico. Lamentablemente, en esta oportunidad, en los momento que tiene que hacer drama o ser más serio su actuación tambalea y por momento se puede sentir incluso fingido, lo cual rompe el papel del actor que debe hacernos creer lo que vemos.
Andrés Salas cumple un buen papel. No desentona en su personaje y lo sigue haciendo bien. También quiero resaltar el trabajo de los actores que representan a los amigos de Cachín. Como un conjunto funcionan bien y sus participaciones son rescatables ya que se ve que hay química en su trabajo y en el humor que están desarrollando. Los demás actores cumplen una función aceptable. No sobresalen, pero tampoco están mal.
La única gran queja que puedo tener en cuanto a la actuación es la de Emilia Drago que no trasmite nada en su actuación. Incluso Anahí de Cardenas, en un papel de un personaje que cae mal, trasmite mucho más que Emilia como actora.
Para terminar, Asu Mare 3 no es una gran película. A mi parecer no es la mejor de la trilogía, pero sí quieres ir a pasar un rato entretenido en el que no tengas que esforzarte para entender lo que ves, esta es una opción. Pasarás un buen momento y te reirás. Sin embargo, no es algo que volverías a pagar para volver a verla. Quizás podrías esperar hasta que Latina, dentro de unos meses, la estrene un domingo como ya ha hecho con las otras dos películas.