Todos conocemos a un niño o niña. Todos los escuchamos hablar en alguna reunión familiar o almuerzo, pero pocos entendemos lo que realmente dicen y quizás algunos no estamos interesados por una cuestión generacional de sus gustos y dilemas. Sin embargo, existe un elemento que está haciendo que esta generación sea completamente diferente a otras.

En este último par de años el vocabulario de los niños ha crecido no sólo con términos comunes que adopta todo usuario de redes sociales o internet (selfie, share, twittear,etc), sino también con el lenguaje propio de los usuarios del título que ha revolucionado la industria de los video juegos: Minecraft.

Palabras como “crafteo”, “creeper”, “enderman” o una larga lista de materiales y elementos como carbón, madera, diamante y lava son parte cotidiana de largas conversaciones en patios de colegios, fiestas de cumpleaños y demás.

Pero: ¿Qué es Minecraft?

Minecraft es muchas cosas: un videojuego, un patio de recreo, una caja de arena, una herramienta creativa sin límites, un Lego en digital, un ejercicio de creatividad, son cubos de colores con muy feos gráficos para los estándares actuales, es una herramienta de trabajo e ingresos para cientos de “YouTubers”, es el juguete preferido de niños chillones que quieren ser como dichos “Youtubers” y puede llegar a ser lo que quieres que sea.

Y es que la creación de Markus “Notch” Persson es una en un millón, el perfecto ejemplo de que aún hay creatividad. No cualquiera puede jactarse de haberle vendido su propiedad intelectual y estudio desarrollador a la gigantesca Microsoft por 2,500 millones de dólares. Sólo para que se hagan una idea: Disney adquirió la gigantesca Marvel por 4,000 millones, que es bastante más antigua (desde 1939) y Minecraft apareció recién en el 2009 en su versión Alpha. Así de influyente es Minecraft y los más de 100 millones de usuarios registrados y las 54 millones de unidades vendidas a través de todas sus plataformas: PC, consolas caseras o smartphones (sin contar la incalculable piratería) y su crecimiento imparable son muestra de un fenómeno que no es pasajero.

Sin embargo, hay algo que ni yo ni muchos entendemos: ¿Qué le ven los niños a Minecraft?

El juego es lento, casi no tiene música, si juegas el modo “Survival” (que vendría a ser lo más parecido a un videojuego tradicional) hay que caminar mucho y esperar a que ocurran las cosas o hacerlas uno mismo. Si quieres una casa, por ejemplo, tienes que poner bloque por bloque. Si quieres una antorcha para no perderte en la oscuridad necesitas madera que obtienes tumbando árboles. Si quieres una pan haces un horno y el trigo lo tienes que cosechar.

Y aunque el modo creativo es genial – y es la principal razón de su popularidad – ya que da acceso a todos los ítems, especies y materiales disponibles en lo personal me da sueño; mi hija de 7 años ya no me pide que la ayude y juegue con ella porque me quedo dormido. Sin embargo, ella se puede pasar horas construyendo casas y decorándolas. Este modo de juego libre e ilimitado y de pura creación ha logrado atraer niños y niñas que no están familiarizados con videojuegos.

Otra de sus ventajas es el alto nivel de personalización que pueden obtener

los usuarios descargando mapas, por ejemplo del universo de Harry Potter, El Señor de los Anillos o Los Juegos del Hambre; o descargando texturas. Si tienes una PC un poco más potente puedes agregarle efectos o renovar la apariencia del juego por completo.

Aunque el hobby favorito para un fan de Minecraft es el “moddeo”, lo que vendría a ser una reinvención de todo el entorno y reglas del juego. ¿Te parece que hay muy pocos dragones? OK, agreguemos 10 especies más. ¿Qué tal si ponemos a personajes de Dragon Ball o Pokémon? Todo es posible gracias a una comunidad activa y – sobre todo – creativa.

Minecraft está siendo aprovechada en todas partes del mundo como herramienta educativa, en cursos de civismo, interacción social e incluso por el programa de desarrollo urbano de la ONU: Block by Block (blockbyblock.org), quienes incluso estuvieron por Lima en Villa el Salvador, compartieron los diseños creados por los vecinos de ese distrito.

Hace más de 30 años la habilidad, el ingenio y la rapidez mental establecieron las reglas de los videojuegos y a lo largo de estas décadas muchos juegos han ido revolucionando la industria con complejas mecánicas, controles de movimiento, presupuesto digno de una película de Hollywood y espectaculares campañas de marketing. Hoy Minecraft con sus gráficos básicos, personajes sin manos y cabezas cuadradas está haciendo más que “revolucionar”, está cambiando paradigmas. Está haciendo que pasemos de la acción y la competitivad a crear y cuidar los recursos, a apreciar el entorno – aunque sea virtual – y a aprender a convivir.

Justamente este cambio es lo que hace que algunos fans de la vieja escuela se resistan y critiquen a ésta nueva generación de “gamers”, llegando a criticar el juego sin haberlo probado o poniendo apelativos ofensivos como “niño rata” a los jóvenes usuarios que día a día se unen por miles a los servidores de Minecraft.

Estos “gamers” olvidan que fueron niños y también los castigaron por jugar en exceso porque nuestros padres no entendían que tenían de especial Mega Man, Mario, Sonic y las máquinas del pimbol.

Maduremos un poco; siempre los videojuegos han sido mal vistos por la sociedad, calificados como “pérdida de tiempo” o “promotores de la violencia”. Por primera vez en la historia existe un juego que puede hacer que estos prejuicios se alejen. No alejemos a ésta nueva generación que viene con nuevas ideas y aire fresco en los pulmones.

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